viernes, 5 de septiembre de 2008

Las pirámides de Gizeh renuevan su imagen.

El Cairo, Egipto - Aunque las pirámides sean monumentos magníficos, desde hace tiempo, visitar las afamadas pirámides de Gizeh era una especie de pesadilla a causa de los vendedores que ofrecían viajes en camello y a las baratijas de la "época faraónica" con las que acosaban a los turistas en cada esquina.

Pero los vendedores ambulantes agresivos han desaparecido. El lunes pasado, Egipto reveló la
primera fase de un elaborado proyecto para modernizar el lugar y hacerlo más agradable para los turistas, gracias a un sistema de cámaras de seguridad y una valla con sensores infrarrojos de más de 15 kilómetros de largo.

"Parecía un zoológico", declaró Zahi Hawass, el egiptólogo jefe de Gizeh, "Ahora protegeremos a los turistas y a los monumentos". Las pirámides de Gizeh han estado abiertas al público durante 5000 años.

Están situadas en una planície del desierto antiguamente aislada, pero en las últimas décadas y debido a la expansión de la capital han aparecido barrios pobres en el lado derecho, separados de las pirámides tan sólo por un muro de poca altura en algunos puntos.

Los vendedores ambulantes (la mayoría procedentes de los barrios pobres del vecindario) buscaban los dólares de los turistas mientras campaban a sus anchas por la zona y se habían vuelto tristemente famosos.

Los turistas tenían que superar la constante barrera de vendedores que ofrecían imitaciones de estatuas y de escarabajos faraónicos, así como camisetas y demás baratijas, y eran acosados por camelleros que vendian excursiones o fotos, y que rara vez aceptaban un "no" por respuesta. Habían también jóvenes, en el mismo taxi que los turistas, a los que después llevaban hasta un establo cercano y trataban de venderles una excursión en camello por la zona.

Pero los turistas también se han tomado sus libertades. Desde el siglo XIX y hasta los años 70, uno de los pasatiempos favoritos era escalar la Pirámide de Khufu, la mayor de las tres, y que acabó con la muerte de un turista ebrio.

Desde entonces, las autoridades prohibieron escalar la pirámide, pero los visitantes se pasean todavía con total libertad por la zona, llena de tumbas y excavaciones que corren peligro de ser dañadas.

Cuando las autoridades y Hawass anunciaron el proyecto el lunes pasado desde el emplazamiento de las pirámides, no se veía a ningún vendedor porque, al parecer, les habían ordenado abandonar la planície. Sólo había tres camelleros solitarios con el típico pañuelo en la cabeza. Pero en lugar de acosar a los turistas, esperaban a que éstos se acercaran para hacerse una foto.

Uno de los reporteros intentó aproximarse a los camelleros pero uno dijo: "Váyanse, la policia nos ha prohibido hablar con ustedes". No estaba claro si los vendedores de baratijas habían sido expulsados definitivamente o si volverían a aparecer más adelante pero más controlados. Estos cambios también mejoran la seguridad en general. En 1997, durante una ola de violencia islamista, unos pistoleros atacaron a unos turistas en un templo del desierto, en Luxor, y mataron a más de 60 personas.

El proyecto empezó hace siete años e incluye un nuevo sistema de iluminación, una cafetería, un centro turístico y una librería con información sobre las pirámides, ya que actualmente hay muy poca y muy repartida. Cuando acabe el proyecto, los turistas podrán visitar la zona en coches de golf, similares a los que se usan en el Valle de los Reyes, en Luxor, y en otros emplazamientos antiguos de Egipto.