martes, 29 de diciembre de 2009

La búsqueda de otros mundos se incrementa con el lanzamiento de un "cazador de planetas" francés

La búsqueda de planetas orbitando otras estrellas, que comenzó hace 12 años, consigue un gran impulso esta semana con el lanzamiento de una nave espacial francesa que puede ayudar a descubrir un hogar similar a la Tierra para nuestros descendientes.

Artist's view of COROT satellite

Corot transporta un telescopio de 30 centímetros y dos cámeras, y está diseñado para buscar planetas "rocosos": el primer requerimiento para la vida, tal y como la conocemos, junto con agua líquida y una temperatura moderada.

Corot está programado para despegar el próximo miércoles, 27 de diciembre, a bordo del cohete ruso Soyuz-Fregat desde Baikonur, Kazajistán.

Esta misión, que cuesta 170 millones de euros (el 75 por ciento está financiado por el CNES, Centro Nacional de Estudios Espaciales de Francia), abrirá un nuevo frente en la búsqueda de planetas extrasolares.

"Es un proyecto pequeño, que cuenta con pocos recursos, pero es un pionero que mostrará a las misiones futuras qué tipo de estrella han de buscar", dijo a la AFP (Asociación Francesa de Prensa), Annie Baglin, jefe científico de Corot, del observatorio de Paris-Meudon.

En 1995, dos astrónomos del observatorio de Ginebra, Michael Mayor y Didier Queloz, descubrieron un planeta en órbita de la estrella 51-Pegaso, a 50 años luz de distancia.

Era el primer planeta extrasolar que se descubría, aunque, en realidad, el la observación se realizó de forma indirecta; la luz de 51-Pegaso "tembló" debido a la desviación causada por la gravedad de un gran planeta, del tamaño de Júpiter.

Desde entonces, se han localizado 209 planetas en 170 sistemas solares y la cuenta se incrementa en 2 planetas cada mes, aproximadamente.

Además del popular método del "temblor", los astrónomos pueden descubrir planetas cuando cruzan directamente delante de sus estrellas (el método del tránsito, utilizado por la nave Corot) y por el método de "microlentes gravitacionales".

Las "microlentes", predichas por Einstein en 1912, se producen cuando una estrella con un planeta pasa directamente delante de otra estrella y aumenta la luz de la primera estrella, revelando la presencia del planeta.

Los astrónomos siempre han esperado descubrir, en general, sistemas extrasolares similares al nuestro. Es decir, sistemas de una estrella con un grupo de planetas solidos más pequeños en una órbita próxima y, mucho más lejos, "gigantes gaseosos", o grandes planetas de gases helados que tardan años en completar una órbita. Pero rápidamente se demostró que esta suposición tenía fallos.

Los primeros hallazgos revelaron gigantes gaseosos con órbitas muy próximas a sus estrellas; una especie de "Júpiteres calientes" que orbitaban sus estrellas a gran velocidad y a una distancia menor que la de Mercurio.

Otro descubrimiento: hay gigantes gaseosos que trazan órbitas amplias y en forma de huevo, algo que contrasta con las órbitas limpias y casi circulares que siguen los planetas en nuestro sistema solar.

Este fenómeno ocurre, al parecer, cuando dos grandes planetas pasan cerca uno del otro. El choque de las gravedades provoca la expulsión de uno de los dos al espacio interestelar, donde estará condenado a vagar para siempre, mientras que el otro se convierte en un "planeta excéntrico" y se mueve en una órbita elíptica.

Se han encontrado "Júpiteres calientes" y "planetas excéntricos" en el cinco por ciento de las estrellas estudiadas, aproximadamente, alentando un gran debate entre los astrofísicos sobre la formación exacta de los sistemas planetarios. El principal interés para el gran público es saber si hay otra Tierra ahí fuera.

Tendría que ser un planeta sólido que cumpliera las condiciones del fenómeno "Goldilocks"; es decir, ni demasiado caliente para que sea despojado de su atmósfera por la radiación solar, ni demasiado frío para que sea una bola helada. Tiene que ser simplemente adecuado para permitir que el agua exista en estado líquido.

El planeta más pequeño hallado hasta ahora, OGLE-2005-BLG-390Lb, es cinco veces y media más grande que la Tierra, y orbita su estrella a una distancia que, en el Sistema Solar, estaría situada entre Marte y Júpiter. Hay más de 30 programas de búsqueda de planetas en marcha en todo el mundo y todos usan telescopios terrestres.

Pero es improbable que, con este método, se descubra un mundo del tamaño de la Tierra, ya que la luz de un planeta pequeño y distante es diminuta y puede ser distorsionada fácilmente por la atmósfera.

Carot está diseñado para operar durante dos años y es capaz de localizar planetas que tengan un tamaño entre dos y tres veces el de la Tierra.

A la Carot le seguirá, en 2008, una nave americana más potente, la Kepler, que estará calibrada específicamente para buscar planetas del tamaño de la Tierra.

Pero nuestros primitivos cohetes de propulsión química apenas pueden llevarnos a los límites de nuestro propio Sistema Solar.

Así que, puede que Carot o Kepler encuentren otra "Tierra"... pero, por ahora, sólo podemos soñar con llegar allí.

Más info, http://www.esa.int/esaCP/SEM4IKQJNVE_index_0.html